martes, 16 de agosto de 2011

[fic] fiamme del pasatto ~ Objetivo 4

"Tengo tanto frío que ni viendo una imagen de Dino en cuero me calienta" D: (?)
SuG - Gr8 story
En casaaaaaa~


Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh... My Tego (?) No puede hacer tanto frío Dx
Fuera de eso... Tengo que seguir el 7 de Reborn, pero el maldito soft de subtítulos no me quiere xD jojo.
Y como estaba aburrida, les dejo el 4 :D

En este capítulo, pasa de todo xD
Misaki lo toca a Dino, Mukuro le pasa su anillo de la niebla, hay un tole tole y bueh, eso (?). Para saber más, sigan leyendo, sino, no tiene caso xD jajaja.

Y, ¿por qué un avatar de Dino? Porque tiene MUCHO que ver en este capi xD

Enjoy~ ♥



Objetivo 4: Verdad.
- ¡¡Playa!! ¡¡Playa!! ¡Mira, Misaki! ¡Playa! ¡Tsuna! ¡Playa!
Lambo saltaba de un lado a otro en el micro que los transportaba a una posada, a la cual fueron invitados a pasar una jornada.
Misaki miró a Mukuro, sentado al lado suyo, quien no quitaba su vista del paisaje.
- ¿Qué sucede? – Le preguntó.
- Nada – Dijo el muchacho, saliendo de su ensimismamiento.
- ¿Seguro?
- Claro.
- Tsu-kun – Lo llamó Kyoko.
- ¿Qué sucede? – Preguntó el aludido, mirando a la rubia, quien estaba sentada a su lado -. ¿Crees que estuvo bien aceptar esta invitación?
Tsunayoshi suspiró.
- Sí. Hace mucho que no nos distendemos, ¿no es así?
El micro detuvo su marcha y los ocupantes de la misma bajaron.
- ¡¡Al fin llegan!! – Exclamó la voz de Ryohei.
- Pensábamos que les había pasado algo – Dijo Hana, al lado del muchacho.
- ¡También vinieron Fuuta, Lambo e I-Pin! – Exclamó Haru, saliendo de detrás de ambos.
- ¡Ryohei! ¡Hana! ¡Miura! – Exclamó Misaki, sorprendida.
- Hola, Misaki-chan – La saludó Haru.
- Ho… Hola…
- Vengan – Dijo Haru, jalando a Misaki y Kyoko  -. Vengan a cambiarse y, ¡vamos a la playa! Ven tú también, Chrome-chan.
Las muchachas fueron a cambiarse. Misaki fue la última en llegar a la playa, hallando a sus amigos disfrutando del agua. Reborn dormía sobre una lona recubierta con una sombrilla.
- ¿No viene con nosotras, Misaki-sama? – Le preguntó la pequeña Chrome, vestida con una bikini a lunares rosas, un pareo con flores de cerezo y un sombrero.
- No, me quedo junto a Reborn.
- Está bien – Respondió la muchacha no del todo convencida.
Los veía muy felices, como si la niñez hubiera vuelto a ellos. Sonrió.
- ¿No vas con ellos, Misaki?
Cuando se dio vuelta, vio sentarse a su lado a Dino.
- Ah… No.
- De nada.
- ¿Eh?
- Yo los he invitado a este lugar.
- Ah… Ah…
- ¿Qué sucede?
- No, nada – Misaki lo miró -. ¿No te dolió?
- ¿Qué cosa?
- Los tatuajes.
- ¡Ja, ja, ja! ¿Te gustan? No, no me dolió – Miró el mar -. En mi familia, esto es algo que todos debemos tener.
- Ahhhh… Ya veo…
- ¿Te gustan?
- ¿Mh? No, me intrigan.
- ¿Quieres tocarlos?
Misaki lo miró.
- ¿Puedo?
- Seguro, para que no veas que son de mentira – Dijo Dino, quien miró a Mukuro, quien estaba en el mar, con cara de “gané”.
Misaki tocó los tatuajes del rubio. La calavera rodeada de una llama azul en su omóplato, el sol con una C, el caballo, las espinas de su brazo, y bajó su mano para tocar la suerte de tatuaje tribal que descansaba sobre la parte baja del Cavallone, haciéndolo sonreír.
- Ahhhhh… Lo siento mucho.
- No, no, está bien. Sólo me hiciste cosquillas. De todos modos, no creo que a cierta persona le haya agradado que hayas tocado a otro hombre – Susurró para sí, mirando la fulminante mirada de Mukuro.
- ¿Qué?
- No, nada – Sonrió Dino, divertido.
- Hace calor, creo que mejor, voy a dormir un rato – Dijo la muchacha, levantándose.
- Seguro, ten cuidado.
- Gracias.
Misaki volvió a la posada y subió a su cuarto.
- ¿Has visto a Misaki, Dino-san? – Le preguntó Tsuna, secándose con una toalla y tomando un vaso de jugo.
- Nop.
- Ahhh… - Dijo el muchacho, mirando de reojo al dormido Reborn.
- Chrome, ¿puedes ir a ver si Misaki está en su cuarto? – Preguntó Mukuro, en voz baja, fuera del alcance de Dino.
- ¿Sucede algo con Misaki-sama?
- No, pero te encargo eso, por favor.
- Ah… Sí…
Con pasos presurosos, Chrome se dirigió a la posada. Dino la miró, pero no dijo nada.

Misaki se acostó sobre el futon y se durmió.

Pudo ver, en su sueño a una novia vestida de blanco que bajaba unas escalinatas del brazo de su esposo. Pudo divisar a lo lejos a alguien familiar. La sonrisa se borró del rostro de esa mujer y fue reemplazada por una expresión de angustia.
De sus labios pudo leer un “lo siento”.

Lo que parecía un Arcobaleno, estaba al lado de Misaki, quien, debido a la angustia del sueño, no dejaba de moverse de un lado a otro. Con un raro Pacificador, el Arcobaleno buscaba que brillara, fallando en el intento.
- Después de todo, esto no sirve – Dijo, para terminar por salir de la habitación.
- ¿Mh? ¿Esa persona no era…? – Dijo Chrome, reconociendo a quien salió del cuarto -. ¡Misaki-sama! – La niña corrió hasta el cuarto de la aludida, hallándola profundamente dormida. Sonrió, entró y cerró la puerta a su paso.

- ¿Regresamos? – Dijo Kyoko -. Los niños ya están cansados de tanto jugar.
- Sí, terminaron durmiéndose – Dijo Takeshi, quien llevaba a Fuuta a sus espaldas.

Chrome bostezó.
- No creo que a Mukuro-sama le moleste…
Dejándose llevar por su cansancio, Chrome se acostó al lado de Misaki y concilió el sueño, junto a ella. No supo cuánto tiempo durmió o si había dormido, siquiera, pero la sorprendida mirada de Mukuro al ver unidos sus labios a los de Misaki, la despabilaron por completo, tanto a ella, como a la misma Misaki, quien se sentó en el futon de un salto, roja como un tomate.

En el comedor, todos estaban terminando de cenar, cuando vieron a Mukuro bajando con una sonrisa en su rostro de las escaleras, seguido de Misaki, quien intentaba decirle algo, y Chrome, quien estaba con la cabeza gacha.
- ¿Qué sucede? – Preguntó Ryohei -. Se te ve contento al extremo, Mukuro.
- ¿Felicidad? No, no creo que sea eso.
- ¿Qué te sucede, Chrome-chan? – Preguntó Haru -. Estás roja.
La aludida negó con la cabeza, incapaz de  decir nada.
- No me digas que… - Dijo Misaki, mirando a la pequeña, quien asintió con la cabeza -. ¡Lo que me faltaba!
- Misaki, no tienes nada que explicarme – Le dijo Mukuro, por lo cual la aludida, comprendiendo el mensaje, dejó de insistir.
- ¿Vamos a ver los fuegos artificiales? – Preguntó Kyoko.
- ¡Yo voy! – Exclamó Haru.
- Las acompaño – Dijo Misaki, en un susurro.
El resto de sus amigos, alegaron que estaban cansados y que no las acompañarían. Aun así, Ryohei les pidió que tuvieran cuidado.
Mukuro las detuvo antes de que llegaran a la puerta.
- Misaki.
- ¿Qué? – Preguntó la muchacha, con una expresión de enfado en el rostro.
El muchacho depositó algo en las manos de Misaki.
- Cuando algo ocurra, usa esto.
- ¿Eh? ¿Qué es?
- Sólo úsalo, ¿sí?
- Ah… Sí…
- ¿Estás seguro de lo que hiciste? – Preguntó Tsunayoshi a Mukuro, quien luego de que las chicas se fueron, volvió con el resto.
- Sino, no se lo hubiera dado.
- Será tu responsabilidad si algo malo llega a ocurrir – Dijo Hayato.
- Tranquilo – Dijo Mukuro -. No hay enemigos cerca.
- Eso es verdad – Dijo Dino, acercándose, en compañía de Romario. Lo que ganó al respecto, fue una fruncida de ceño por parte de Mukuro -. Mis hombres se encargaron de que no hubieran enemigos en el lugar.

Haru, Kyoko y Misaki llegaron a un sector de la playa donde la gente usualmente no llega.
- ¿No estamos bastantes lejos ya? – Preguntó Misaki.
- Sí, pero desde aquí se ve mucho mejor – Dijo Haru, sentándose en la arena.
- ¿Mhh?
- ¿Qué sucede? – Preguntó Misaki.
- ¿No creen que la marea está más alta de este lado? – Dijo la rubia.
- Ahora que lo dices, tienes razón, pero… - Dijo Haru, mirando al sector de la playa en la que se vislumbraba a la gente -. ¿No es sólo esta zona la que tiene más agua?
- Atrás – Dijo Misaki, abriendo su mano derecha y viendo lo que Mukuro le había dado -. Un anillo… - La muchacha se puso el anillo en el dedo medio de su mano derecha -. ¡Kyoko! ¡Haru! ¡Cuidado!

En la posada, los anillos Vongola brillaron.
- Misaki…
- ¡Idiota! – Dijo Ryohei, agarrando a Mukuro del cuello de la remera.
- Cálmate, Sasagawa – Le dijo Chikusa. Cuando el aludido levantó la vista, descubrió a los aliados de Mukuro a punto de atacarlo, por lo que lo soltó.
Mukuro se dirigió a la puerta.
- Espera – Dijo la voz de Tsunayoshi, a espaldas suyo -. Ryohei te acompañará.
- ¡¿Qué?!
- ¿Me estás desobedeciendo, Mukuro?
La mirada de Tsunayoshi no era la del tierno muchacho, era la de alguien maduro y con una determinación más fuerte que la de cualquier otro.
- No – Susurró el aludido.
- Vayan y traigan a las tres a salvo – Sentenció Tsunayoshi.

Mukuro y Ryohei, guiados por la fuerte presencia del anillo de la Niebla siendo utilizado, llegaron donde se hallaban las muchachas, encontrándose con un cadáver en medio de una columna de agua, Haru y Kyoko, en camino a serlo y a Misaki de pie, frente a las columnas.
- Misaki…
- Esa chica, ¿realmente es tan poderosa? – Preguntó Ryohei.
- No es eso. El poder del anillo… Ha despertado su poder en forma negativa.
- ¿En forma negativa?
- Luego te lo explico – Dijo el guardián de la Niebla, haciendo aparecer si tridente -. Lo importante ahora, es salvarlas.
- Sí – El anillo de Ryohei empezó a brillar. Tras inyectar esa luz en una Caja arma, salió Garyuu -. ¡Vamos, Garyuu!
- Espera – Los detuvo Mukuro -. Esto no es una ilusión.
- ¿Eh?
- Si tu Caja Arma la ataca, va a correr el mismo riesgo que el enemigo. Además, mira a Sasagawa y Miura… Todavía están conteniendo la respiración – El tridente de Mukuro apareció frente suyo. Su dueño lo agarró -. Yo pagaré los platos rotos. Ustedes protejan a las mujeres cuando termine con Misaki.
- Mukuro, ¿qué harás?
- Detenerla, por supuesto – Dijo el guardián de la Niebla, con su más amplia sonrisa.
Mukuro apoyó el tridente contra el suelo, pero sus recién creados pilares de fuegos fueron anulados por los pilares de agua creados por Misaki.
- «Esto es malo. El anillo está incrementando sus reflejos. Tal parece que tengo que usar ese ataque
El guardián de la niebla se paró entre los pilares que luchaban entre sí. Su ojo derecho giró hasta quedar con el kanji del número tres de frente, ocasionando que al poco tiempo un centenar de serpientes aparecieran alrededor de Misaki.
- Lo siento - Corriendo a toda marcha, llegó frente a la muchacha -. ¿Ojos… blancos…?
Las serpientes alrededor de Misaki tomaron sus piernas, con lo cual, Mukuro, aprovechando su distracción, logró sacarle el anillo de la niebla, ocasionando que los pilares de agua desaparecieran y Kyoko y Haru fueran rescatadas por Garyuu y Ryohei.
- ¿Cómo está? – Preguntó el guardián del Sol.
- Está inconsciente. ¿Ellas?
- Están bien, también perdieron la consciencia. Oh… Uh…  ¿Y el cadáver?
- Parece ser que fue arrastrado por la marea.
Las serpientes desaparecieron.
- Mukuro… Gracias… Y… Siento lo de hace un rato.
El aludido sonrió.

Ambos llegaron a la posada y las muchachas fueron atendidas por Bianki.
- Mukuro, Ryohei, buen trabajo – Dijo Tsunayoshi con una sonrisa de aprobación.
- Mukuro-sama – Lo detuvo Chrome -. ¿Puedo hablar con usted?
- Claro, mi querida Chrome.

Ambos subieron al cuarto del muchacho.
- ¿Qué sucede?
- ¿Cuál es exactamente el motivo por el cual estamos protegiendo a Misaki-sama?
- ¿A qué viene eso?
- Usted le entregó su anillo de la niebla, pero sólo un ilusionista o una persona con la llama de la niebla, es capaz de usarlo. ¿Usted sabía que Misaki-sama podía crear ilusiones?
- Claro que lo sabía, porque es gracias a mí que sabe hacerlo.
- ¿U… Usted fue…?
- Así es. Yo soy el maestro de Misaki. Aunque, como pudiste ver con Tsunayoshi, sus niveles de ilusiones están muy por debajo de la media de un ilusionista. Chrome, esa chica tiene un terrible poder oculto. Pero no creí que el anillo tuviera la llave para despertarlo y, para colmo, de hacerlo de mal modo.
- ¿De mal modo?
- Hay dos formas de despertar su poder. Uno, a la fuerza. Con su actual nivel, no fue capaz de controlar el poder del anillo y fue controlada por él. En cambio, con un nivel de tolerancia más alto, es altamente probable que sea capaz de superarme hasta a mí.
- ¿Eso es posible?
- Chrome… Misaki es mucho más poderosa que todos los guardianes Vongola.

- Jefe…
Romario entró al cuarto de Dino, quien leía un viejo diario sentado en la ventana.
- Romario. ¿Cómo se encuentra Misaki?
- La hermana del guardián de la lluvia de la familia Vongola la está cuidando. Está inconsciente.
- Ya veo.
- Señor…
- ¿Crees que yo mandé a ese tipo a que las ataquen?
- No, Señor.
- Romario – El rubio se acercó al hombre y le extendió la portada del diario -. Sabes que es esto, ¿verdad?
- Sí, Señor.
- Es por esto que jamás iría contra Misaki. Esta es la razón. Tú estuviste patrullando la zona junto al resto y todos informaron que no habían enemigos visibles. Y nadie sintió nada proveniente de la playa hasta que Misaki utilizó el poder del anillo de la niebla.
- ¿Es posible que el enemigo pueda ocultar su presencia?
- De ser así, nos enfrentamos a gente muy peligrosa…
- Pero, ¿por qué van a querer dañar a Misaki-san? Ella ni siquiera es activa dentro de la Familia Vongola.
- Todavía no lo es.
- ¿Eh?
- El poder de Misaki supera por mucho el poder de todos los guardianes de la familia de Tsuna…
- ¿Más poderoso?
- Incluso es probable que sea más fuerte que el más fuerte de los guardianes de Tsuna.  Porque Misaki es la guardiana de todos los anillos Vongola.

Misaki despertó.
Era de día. El barullo de la gente yendo a la playa la despertó. Giró su cabeza a la izquierda y vio a Bianki durmiendo sentada con Reborn en brazos. Sonrió. Se sentó sin hacer ruido, agarró una sábana y los tapó.
Salió de la habitación y luego de asearse, se dirigió al comedor, pero en el camino, se cruzó a Dino, saliendo de su habitación.
- ¡Oh! ¡Misaki!
- Dino-san… Buen día.
- ¿Cómo estás?
- Um… Bien… Supongo…
- ¿Vas a desayunar?
- Sí.
- Vamos a mi cuarto, hay algo de lo que quiero charlar contigo. Le diré a uno de los chicos que nos traiga algo, ¿de acuerdo?
- Es… tá bien… - Accedió la muchacha, no del todo convencida. Misaki entró al cuarto y encontró una habitación llena de papeles por doquier. Un libro viejo sobre el futon le llamó la atención. Se sentó al lado y lo abrió -. Italiano…
- No sabes italiano, ¿verdad? – Preguntó Dino, entrando y cerrando la puerta a su paso.
- ¡Ah! ¡Perdón! – Se excusó la muchacha, levantándose de un salto.
- No te preocupes – Dijo Dino, agarrando el libro -. Después de todo, vas a terminar sabiendo esto algún día.
- ¿Eh?
Dino se acercó al balcón, siendo seguido por Misaki.
- ¿Conoces el pasado de Mukuro?
- ¿Mhh? ¿De Mukuro-san? N… No… ¿Debería?
- Rokudo Mukuro estuvo en la prisión Vendicare. ¿Lo sabías?
- ¿Prisión? ¿Por qué?
Dino se acercó a las inmensas pilas de papeles hasta dar con varias fotografías, las cuales desparramó sobre el suelo de la habitación. Su número era incalculable.
- Por asesinar a toda a esta gente como líder de la pandilla Kokuyo.
- N… No puede ser…
Atrocidades.
Eso veían los ojos de la muchacha en aquellas fotografías.  Masacres, matanzas inhumanas, todas a manos de Mukuro.
- Hasta llegó a tomar posesión del cuerpo de un hombre para terminar masacrando a una familia del norte de Italia. Hablando de familias… ¿Conoces a la familia de Mukuro? – La aludida, tiritando de miedo, negó con la cabeza, al borde de las lágrimas -. Lo supuse – El rubio lanzó al suelo otra serie de fotografías, siendo estas aún más crueles que todas las anteriores -. Ese fue un gran baño de sangre a manos de Mukuro, Joshima Ken y Kakimoto Chikusa. Ese fue el inicio de su camino como asesinos.
- ¿Por qué… me dices esto?
Pisando todas las fotografías, Dino se acercó a Misaki y secó con su mano, una de las lágrimas que estaba surcando su rostro.
- Porque no debes vivir en un mundo de mentiras, Misaki.
La muchacha salió disparada como un rayo de la habitación. Bajó las escaleras y llegó al comedor, donde todos estaban desayunando.
- Misaki-sama…
- Misaki, buenos días – La saludó Reborn.
- ¿Qué es la prisión Vendicare?
Los tres integrantes de la pandilla Kokuyo levantó su vista hacia la muchacha, el resto miraba de reojo la situación.
- ¿Qué?
- ¿Es verdad que mataste a una familia en Italia? ¿Qué mataste a tu propia familia?
- Misaki, ¿de nuevo tienes pesadillas? – Preguntó Mukuro, levantándose de su asiento y acercando su mano al hombro de la muchacha.
- ¡No me toques! – Exclamó la aludida -. ¡Responde! ¡Digan algo! ¡Ken! ¡Chikusa!
- Es verdad – Respondió Mukuro -. Yo he matado a tanta gente que no me alcanzarían las manos de todos los inquilinos de esta posada para terminar de contarlos. Ken, Chikusa y yo estuvimos presos en la prisión Vendicare y logramos escapar de ella. Fuimos apresados de nuevo, pero mediante un trato pudimos salir de nuevo. ¿Qué más quieres saber? Dijimos que no iban a haber más mentiras, ¿verdad? Pregúntame lo que quieras entonces.
Una determinación inexplicable era visible tanto en las palabras como en los ojos de Mukuro. Pero decir todo aquello que estaba diciendo, le dolía, porque sabía que con eso, estaba alejando a Misaki de su lado.

- ¿Tú se lo dijiste?
Dino estaba tomando café sentado en el suelo del balcón de su habitación, mientras seguía leyendo un viejo diario. La voz que lo interrumpió, hizo que una sonrisa se dibujara en su rostro, y dejara a un lado ambas cosas.
- Buenos días, Kyoya.
- Parece ser que las mentiras tienen patas cortas, ¿no lo crees?
- Estás jugando con fuego – Preguntó el morocho, acercándose a la baranda.
- ¿Sí? Jajaja…
- No es bueno tener de enemigo a Rokudo Mukuro.
- Mira quién lo dice…
- Dino…
- No voy a hacer otro movimiento. Lo que suceda a partir de ahora, es decisión de Misaki.
- ¿Y si se va?
- No lo hará. Porque ha conocido gente que impedirá que lo haga.
- Es como si supieras exactamente qué piensa Misaki.
Dino rió
- Digamos que… un viejo conocido me lo dijo.

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