miércoles, 28 de septiembre de 2011

[fic] Venom & cure - Noche 1

Quiero dormir~
Kato Kazuki - Shining road 2011 ~live~
En casa~


Segundo episodio :3
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Enjoy~


Noche 1: Encuentro
Una semana había pasado desde la muerte de Ayumi. Makoto se había ausentado en la editorial, ocasionándole varios dolores de cabeza a Saki, quien debía recurrir a fotógrafos novatos en el periodismo.
El funeral de Ayumi no se llevó a cabo, a diferencia de lo que habitualmente se hacía, Makoto optó por enterrar su cuerpo sin funeral previo.
Saki entendió su dolor, pero no pudo acompañarlo en ese doloroso momento. Los gritos de desesperación y las manos temblorosas y ensangrentadas de su compañero, abrazando el frío cuerpo de su hermana fue lo último que vio antes de que la ambulancia se lo llevara. Los mensajes de texto y las llamadas no le fueron respondidas ni siquiera una vez. Su decaimiento se notaba en la editorial, en la forma de tratar a las personas.
- Oye, Saki-chan, ¿por qué no vienes con nosotras a la noche?
Hikari era la "hermana mayor" de todos en la empresa. Una mujer de menos de cuarenta años (nadie, excepto los de recursos humanos, sabe su edad a ciencia cierta) que no está con nadie y está con todos. Tuvo una pareja estable una sola vez en su vida, pero él la engañó. Desde ese día dijo que ella sería quien jodería a los hombres.
- No estoy con ánimos - Respondió la muchacha, hojeando una revista.
- Es por eso mismo que te lo estoy pidiendo - Saki la miró -. ¡Vamos! Será divertido.

Nadie podía negarse a Hikari. Ella ponía de buen humor a todos en la empresa. Ella aconsejaba a todos. Claro estaba que sabía el por qué del comportamiento de Saki, pero no quería bombardearla con preguntas. También sabía que Ayumi era una hermana menor para ella y lo mal que se sentía en ese momento. De todas forma posibles, quería subirle el ánimo.

- ¿Un club de... anfitriones? - Preguntó Saki, leyendo el letrero del lugar, antes de cruzar el umbral, junto a Hikari y tres compañeras de trabajo.
- Sí. Dicen que hay un chico nuevo y es muy agradable - Pasó su brazo por el cuello de Saki -. Con esto vas a sentirte mejor, creeme.
- Pe... Pero...
- ¡No vas a tener nada con él! - Saki suspiró -. Muchacha... Definitivamente, no sabes nada de la vida. Tú sólo cuéntale tus problemas, es como una Hikari-neesan en versión masculina.
- Creo que es la peor comparación que pudiste haber hecho.
Ambas rieron.
- ¡Oh~! ¡Hikari-san!
- Matsumoto-san.
La mujer que la saludó estaba vestida con un elegante kimono. Aparentaba la misma e indescifrable edad de Hikari y el maquillaje intentaba cubrirle un par de molestas arrugas. Su cabello negro estaba atado en lo alto con un rodete.
- ¿Estas damas son sus amigas?
- Sí, compañeras de trabajo.
- Tengo una que está especialmente deprimida.
- ¡Mhhh! Pobrecilla... Creo que tengo algo para ella.
- Dale lo mejor que tengas. Corre por mi cuenta.
- ¿Cuándo te di algo malo? Para ti siempre tengo lo mejor.
Más que dueña de club y cliente, parecían casi hermanas.
La mujer las condujo por un pasillo, rodeado este por sillones de toda forma, todos ellos con mujeres siendo atendidas gentilmente por bellos hombres que las hacían sentir mejor, escuchándolas o simplemente adulándolas, sin siquiera conocerlas.
Llegaron a unas escaleras que las conducían al primer piso. Allí habían muy pocas mesas con gente y en estas, generalmente habían una o dos mujeres por host. Eso era el VIP.
Matsumoto las guió hasta el final del pasillo, donde una mesa redonda era rodeada por un cómodo y mullido sillón con la misma forma.
- Tomen asiento. Enseguida lo llamo - Dijo la mujer, guiñándoles un ojo, en forma cómplice.
Saki siguió a la mujer con la mirada y se acercó a la barra, donde un muchacho bebía una bebida incolora. Le habló en el oído. Los ojos del muchacho se posaron en los de Saki, por lo que ella desvió la vista.
El muchacho bajó de la banqueta y se acercó a la mesa.
- Buenas noches, damas. Mi nombre es Shiro - No podía decirse su edad con exactitud, estaba entre los veinte y treinta años. Sus ojos negros, contrastaban con su cabello platinado, perdiéndose en el flequillo que caía sobre ellos. La ropa, toda de negro, constaba de una camisa semi abierta, dejando ver parcialmente su pecho desnudo y un pantalón del mismo color, decorado con un cinturón blanco, con una hebilla plateada en el medio -. Sus deseos son órdenes.
Les dedicó una reverencia, quedando entre dos de las mujeres, frente a Saki y Hikari. El muchacho habló con todas y cada una de ellas. Empero, no puedo entablar conversación con Saki, que tenía muchas más ganas de irse que de estar en ese lugar. Cuatro compañeros de Shiro sacaron a bailar a las compañeras de trabajo de Saki, quedando ella a solas con Shiro. Él se levantó y se sentó a su lado, pero la mujer se alejó unos centímetros.
- No se aleje, no le haré daño. Tampoco voy a sobrepasarme con usted, no es parte del trabajo.
- ¿Es decir que te ajustas a lo que te dicen?
- Así es.
- ¿Y si una mujer te paga para hacer otra cosa?
- La paga aquí es buena, y me tratan bien, no tengo motivos para aceptar la oferta.
- Lo siento - Dijo Saki, suspirando -. Estoy en un mal día. Hikari me arrastró hasta aquí para ponerme de buen humor, pero no surtió efecto.
- Está bien - La mujer lo miró -. Todos tenemos días malos.
- ¿No... Nos conocemos de algún lado?
- No lo creo - Respondió el muchacho, cortante.

Era de madrugada cuando el grupo de mujeres salió del lugar. Cada una tomó un taxi llamado previamente por Matsumoto y se fueron a sus respectivas casas, pero Saki se dirigió al departamento de Makoto.
Golpeó la puerta suavemente.
- ¿Quién es? - Preguntaron al otro lado.
- Makoto, soy yo, Saki. ¿Puedo pasar?
Se hizo un silencio interminable, hasta que el sonido de las llaves girando la cerradura y la puerta abriéndose, lo cortaron.
- Pasa - Susurró el muchacho, entrando al living antes de ella. Saki cerró la puerta y lo siguió. Makoto se sentó en el sillón de dos cuerpos, frente a la mesa ratona vacía.
- Lamento no haber venido antes, no quería molestarte - El aludido escondió su rostro entre sus manos, exhalando un largo suspiro -. ¿Estás bien? - La recién llegada, se sentó a su lado y estaba por acariciar su cabello cuando Makoto se hizo hacia atrás, rechazando el contacto -. Makoto... Puedes contar conmigo.
- Lo sé, gracias.
- Mira esas ojeras - Rió la muchacha -. Deberías dormir - Se levantó y caminó rumbo al pasillo.
- ¿Adónde vas? - Preguntó seriamente el morocho, clavando su mirada sobre la espalda de Saki.
- Voy a... buscarte una manta... - Dijo la aludida, girándose para mirarlo, extrañada por el tono de su voz y por el miedo que le dio aquello.
- Ah, está bien - Suspiró Makoto, volviendo a esconder su rostro, y volviendo a su tono normal.
Con pasos rápidos, Saki fue a buscar al cuarto del muchacho una manta, mientras sin darse cuenta, su cuerpo seguía temblando por algo a lo que no le encontraba explicación.
Regresó al living y cubrió al dueño de casa con la manta. El muchacho le agarró la mano con ternura.
- Lo siento. Yo... No he estado durmiendo del todo bien.
- Se te nota - Suspiró la muchacha.
- ¿Puedes quedarte conmigo esta noche?
- Seguro, pero mañana vienes a trabajar.
- Sí, sí - Accedió el muchacho sonriendo.
Ambos se acostaron sobre el sillón. Los brazos de Makoto rodearon el cuerpo de Saki y la manta los cubría a ambos.
La muchacha se sorprendió por algo que escuchó, pero lo dejó pasar, pero no pudo pegar el ojo en toda la noche por ello, ya que al día siguiente, la falta de descanso le pasó la factura.

- ¿No quieres café? - Preguntó Makoto, preparando dos pocillos.
- No, está bien, tengo que hacer algo antes. Ve para la editorial - Dijo Saki, terminando de calzarse con los zapatos -. Nos vemos allá.
- Suerte.

Caminando con paso ligero por la ciudad, Saki hizo una llamada.
- Abuela, ¿podemos vernos? Ahora. Bien, estoy yendo para allá.
Cruzando por las intrincadas calles más parecidas a un laberinto, pero tan acostumbrada al mismo, Saki llegó a una casa antigua al estilo japonés. Cruzó el portón, hallándose con un gran lago y un puente en el medio. El lago tenía un centenar de peces bien alimentados y estaba rodeado de árboles y vegetación. Al terminar de cruzar el puente, se topó con la entrada a la casa, la cual cruzó.
Topándose con sirvientes que la saludaban y a quienes ella ignoraba por tener miles de cosas cruzándose por su mente, llegó al salón principal. Cruzó las enormes puertas y halló a una anciana sentada frente a una imagen de Buda.
- Abuela...
- Sabía que vendrías...
- Abuela...
- Toshiro...
- Sí, señora - Un muchacho de cabello ceniza y de un ojo celeste y el otro verde, se le acercó. Saki no había advertido su presencia hasta ese momento. Vestía una yukata gris y aparentaba ser unos años más joven que ella -. Tanto tiempo, Saki-san.
- Lo mismo digo, Toshiro.
- Tome - Dijo el muchacho, entregándole una pulsera con un cascabel.
- ¿Qué hago con esto? - Preguntó la muchacha, mirando a su abuela.
- Cuando ese cascabel se rompa, ¿podrías hacerme una llamada?
- ¿Eh?
- En ese momento, te explicaré ese significado. Por favor.
- Ah... Está... bien... - Dijo la muchacha, mientras Toshiro colocaba la pulsera alrededor de su muñeca izquierda.
Cuando Saki se fue.
- Señora...
- Sí, lo sentí. Parece que vamos a tener problemas.
- ¿Quiere que cuide de Saki-san?
- No por el momento.

Saki regresó a la oficina, hizo sus tareas. Parecía que Makoto no se había ausentado siquiera un minuto de su puesto de trabajo, era tan eficiente como siempre. Sonrió al verlo tan vivaz. Ni siquiera parecía el cachorro abandonado que era la noche anterior.
- Toma - Dijo el aludido, entregándole un pocillo de café -. Te lo debía.
- Grac... - Cuando su mano izquierda tocó la de Makoto, sintió el quiebre del cascabel.
- ¿Qué sucede?
- Ah, no... Nada... - Dijo la muchacha, levantándose rápidamente, con la taza de café en la mano, dirigiéndose a la cocina del lugar. Marcó un número en el celular -. Abuela, es Saki. El cascabel... se rompió...
Tenía miedo. No sabía exactamente el por qué, pero tenía miedo. No había podido decirle nada a su abuela acerca de lo que había sucedido y le sorprendió que ella le diera ese objeto. En realidad, le daba miedo el posible significado de la ruptura del cascabel.
- "¿Dónde estás?" - Preguntó la anciana.
- En el trabajo...
- "¿Con qué persona se rompió?"
- ¿Qué?
- "El nombre de la persona que tocaste antes de que eso sucediera."
- Ma... Makoto... Te había hablado de él, es un compañero de traba...
- "Aléjate inmediatamente de él."
- ¿Q... Qué...? - Estaba temblando, su voz, su cuerpo, todo, estaba temblando -. Abuela, ¿qué está sucediendo?
- "Saki... ¿Qué ibas a decirme hoy?"
- Que... Que...
- "Que no oíste los latidos del corazón de ese muchacho, ¿verdad?"
- ¿Cómo...?
- "Ese muchacho, le vendió su alma al Diablo."
- ¿Qué...?
- "¿Conoces la historia de Fausto? ¿Que le vendió su alma al Diablo por conocimientos? No es un simple mito, pequeña. Desde épocas inmemorables, ha estado robando el alma de la gente con depresión. Los humanos siempre desean algo de lo que no son capaces, Saki."
- ¿Algo de lo que no son capaces? Por ejemplo... ¿Para revivir a una persona?
- "Es altamente probable. Saki, aléjate de él. Fácilmente, puede seducirte para tener tu alma, por favor, aléjate."
- Gracias, abuela. Pero no puedo. Tengo que salvarlo de alguna manera.
- ¿Salvar a quién? - La voz de Makoto la asustó. Cortó la llamada abruptamente.

- Toshiro...
- ¿Señora?
- Prepara los papeles. Es hora de que aparezcas.
- ¡Sí, señora!

- ¿A quién quieres salvar? ¿Tan malo estaba mi café?
- Mako...
Saki agarró una de las muñecas del muchacho y le tomó el pulso.
- ¿Qué haces? - Preguntó, riendo, alejando el roce de la muchacha.
- Ah... Eh... Lo siento.

A la noche, Saki regresó sola a su casa. En su cabeza, miles de cosas le daban vuelta. Desde ese encuentro, no se había vuelto a acercar a Makoto, pero tenía algo en la mente que la dejaba tranquila. Se dirigió al club de host al que había ido con Hikari y pidió hablar con Shiro, quien en ese momento, se estaba cambiando para entrar a trabajar.
- Shiro...
- Pase - Dijo el muchacho, mirando hacia la puerta, siendo Saki quien entró al cuarto -. Qué sorpresa verla por aquí.
El aludido volvió su vista al espejo, maquillándose con una base. Un líquido incoloro fue vertido sobre su cabeza a manos de Saki. Muy lejos de aterrorizarse, Shiro, dejó de maquillarse, dejó la base sobre el espejo, se levantó y la miró.
- ¿Acaso crees que el agua bendita me hará algo? Pero creo que eres bastantes estúpida para venir aquí sin ningún tipo de protección.
- Deja a Makoto en paz.
- Fue él quien me llamó.
- Mentira.
La oscura mirada del muchacho se posó sobre Saki, ocasionando que ella la desviara.
- ¿Tu abuela te dijo que no me miraras? - Preguntó, entre risas.
- ¿Cómo....?
- Mi oído es superior al de los humanos - La miró, con una inocente sonrisa en el rostro -. Me agradas. No tengo nada contra ti, y tampoco contra el muchacho.
- Entonces, déjalo.
- No puedo. En la noche, su cuerpo, me pertenece.
- ¿Qué?
- Hoy le tomaste el pulso, pero, ¿cuándo?
- En la mañana...
- Así es. En la noche, su cuerpo no tenía alma, porque yo estaba en su interior, al igual que ahora.
- Tú... anoche eras...
- No, anoche quien durmió a tu lado fue Makoto. Originalmente, yo he perdido mi forma, por lo que sólo soy una "sombra negra", si quieres darle un nombre. Durante el día, Makoto es Makoto, con el alma de Makoto. Durante la noche, su cuerpo me pertenece y hago con él lo que quiero, bajo la apariencia de un humano, modificando ante el ojo humano su cuerpo a piacere. Si fueras más sensible a estas cosas, en estos momentos estarías viendo el cuerpo de tu amigo y no este cuerpo ilusorio. Pero, ¡vaya que me sorprendiste! Eres realmente divertida, humana - Pasó al lado de la anonadada Saki -. Por favor, no dejes que me aburra en este viaje.
- ¿Cuándo dejarás a Makoto?
- Cuando el trabajo esté terminado.
- ¿Cómo... debo llamarte...?
La puerta se abrió a sus espaldas. Cuando Saki giró, halló a Shiro sobre su oído, impidiéndole el paso.
- Mhh... Buena pregunta... Tengo tantos nombres, pero si quieres, puedes llamarme... Lucifer - Le dijo susurrando sobre su oído.
"Shiro" salió, dejando a Saki mirando la puerta.


El Diablo puede tentarte bajo formas inimaginables. 
Desde un chocolate hasta un hombre. De todo tiene la culpa el Diablo. 
¿Será cierto? ¿Será verdad? No lo sé.
Pero sí sé que su forma de ser es elegante, que aún tomando una forma humana, es hermoso, tanto como el ángel que alguna vez había sido.
Es tan hermoso que con una palabra, puede tentarte a hacer lo prohibido.
Pero no puedo escapar de esa tentación.

2 comentarios:

  1. Waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa..amo a Lucifer cada vez ke aparece!!!!!! esta muy bueno Miki-sama!!!! me ecordo a Zero...mmmm...con la camisita abierta :Q______________

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  2. está muuuuuuuuuuuuuy buenoooooooo ~ askdjñklsjfsñjg <3

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